REFLEXIÓN DE PUESTA EN ESCENA ONLINE "PADRES DE OCTUBRE" POR PARTE DE LA PERIODISTA MA. EUGENIA MEZA
Un argumento simple pero actual. Un desarrollo in crescendo. Actuaciones eficaces y cercanas. Uso inteligente de pocos recursos.
Así podría resumirse esta propuesta de puesta ¿en escena? del director teatral Claudio Pueller, más un pequeño elenco de tres actores y un equipo técnico de cinco personas, incluyendo una audiovisualista.
“Padres de octubre” muestra la discusión por Zoom de una pareja (Sofía y Carlos) y que –en medio de la cuarentena- está encerrada en la misma casa, viviendo un acelerado proceso de distanciamiento vital, al que se suma una distancia física: por decisión de ella, habitan en habitaciones distintas de una vivienda ubicada en el barrio alto de Santiago. Tienen dos hijos: uno anda apoyando las protestas existentes aún en plenas restricciones sanitarias, siempre en contacto con la madre, informándole de sus pasos; la otra, menor, está transformándose en un monstruo, aislada del mundo, matando zombies en su computador, comunicándose con su padre por ws cuando tiene hambre o antojos.
Acción, propiamente tal, no hay. Todo el conflicto recae en la capacidad actoral de ir confrontando puntos de vista sobre crianza, sobre la situación actual o las características personales anteriores y actuales; las recriminaciones crecen a lo largo de una obra que dura poco menos de 40 intensos minutos. En términos dramáticos, el guion maneja los tiempos, los altos y bajos de la discusión, con buen sentido del ritmo y de la tensión, logrando interés en temas cotidianos, cercanos –demasiado, probablemente- a quienes sean sus espectadores.
Las actuaciones de Pamela Villalba, Remigio Remedy y Cristián Aros son convincentes y llegan no solo a la razón. Se producirá empatía por uno u otro y sus motivaciones quedan transparentadas perfectamente. Lo que es difícil, dado el formato en que la obra está realizada.
Más que de espectáculo teatral, aquí habría que hablar de espectáculo audiovisual. No se trata de cine ni de televisión. Pero tampoco se trata de teatro. No hay escenario, no hay interacción entre los actores. No es complejo para Aros, que envía mensajes a sus padres usando el celular, los que aparecen en la obra con ese mismo formato. Pero sí es complejo para Villalba y Remedy quienes logran verosimilitud en un conflicto en aumento, sin mirarse. Porque aunque en la ficción se suponga que todo es una conversación por Zoom, en que la gente sí puede verse, en la realidad de la producción cada uno fue filmado en su espacio, separadamente. Ambos solucionan los desafíos actorales de buena manera, logrando un contrapunto interesante, entre la contención del personaje femenino y los modos extravertidos del hombre.
La acertada inclusión de elementos que hacen “ruido” visual y auditivo en la discusión; la fuerte presencia por ausencia de la hija, de la cual solo se habla; la violencia en aumento del personaje de Carlos y los registros documentales de protestas en pandemia agregan interés, van marcando el ritmo del relato y construyen una experiencia interesante.
No cabe duda que tiempos de crisis activan la creatividad
El teatro como lo conocemos desde los tiempos de Shakespeare debe ser revisado, mientras no sea posible asistir a una sala en condiciones sanitarias óptimas, pero a la vez en condiciones rentables para las compañías. El uso de las plataformas que Internet provee, desde Facebook o Instagram live, Zoom o similares, a las de streaming, da la posibilidad de mantener a las compañías vigentes en términos de sobrevivencia.
Sin embargo, lo que puede hacer la diferencia y dar la posibilidad de una vida de arte rentable para la gente del teatro es la forma en que conciban y realicen las obras, para que la experiencia de “butaca en primera fila” se transforme en algo novedoso, atractivo, innovador, usando todos los elementos que la técnica provee para la presentación de obras innovadoras en lo formal y significativas en cuanto a contenido. Podríamos estar a las puertas de una nueva forma de arte, que no sea teatro, cine ni televisión. “Padres de octubre” va por ese camino.
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